LUCHA CONTRA
LA TRATA DE
PERSONAS

Los niños que viven en el Hogar Infantil Shechem (Siquem) han sobrevivido a la explotación sexual.

Cada día se reúnen alrededor de una larga mesa para cenar junto con sus padres (cuidadores) de la casa. Hay risas y mucho ruído que proviene de una docena de niños que hablan todos juntos. A veces, también hay lágrimas. Porque mientras Shechem busca la transformación a través del amor de Cristo, las cicatrices de la explotación son profundas.

Los niños se quedan en el Hogar Infantil Shechem por un período de meses para participar en el cuidado integral y transformador.

Se cuida al niño en su integralidad: los tutores vienen durante el año escolar, los terapeutas lo visitan semanalmente, los padres del hogar proporcionan nutrición y cuidado las 24 horas del día, los trabajadores sociales trabajan con los niños y sus familias, y los miembros de la Iglesia del Nazareno dirigen los devocionales regulares.

Historias de impacto

Diya*, de 45 años, llegó a Hope for Life (Esperanza de vida) en la India desde una pequeña aldea, donde su entonces marido la vendió a los traficantes de personas. Desde entonces ha vivido en la ciudad; el regreso a su hogar es imposible debido al estigma mal dirigido a las víctimas de abusos sexuales. Hope for Life es un centro de acogida donde las mujeres que se ven obligadas a ejercer la prostitución pueden aprender habilidades y sus hijos pueden recibir educación y seguridad. Diya pudo enviar a sus hijas de vuelta a su pueblo, y dice que Hope for Life le ayuda a creer que ella también tendrá una vida diferente algún día.

“Vivo aquí porque la gente de mi aldea no me permite regresar”, comparte. “Esperanza de Vida me da la esperanza de irme a otro lugar”.

Cuando era joven, María se fue a vivir con un primo en una ciudad de Moldavia, quien la introdujo en las calles. Con sólo 13 años, se prostituyó por primera vez. María entró en contacto con la Clínica Móvil de Intervención de Moldavia seis años después, tuvo un hijo pequeño que se vio forzada a enviar a vivir con una tía en otra ciudad.

A través de la clínica móvil, Maria pudo hacerse la prueba del VIH/SIDA, que afortunadamente resultó negativa. También pudo recibir una prueba de embarazo que confirmó que estaba embarazada de nuevo, y le dijo a uno de los consejeros que su sueño era “… tener a mi familia conmigo”.

A través del consejero, María pudo mudarse a una casa de rehabilitación, donde pudo dejar las calles y vivir con sus hijos.

*Los nombres fueron cambiados por protección.